Libro de artista
"Vosotros que queréis representar con palabras el
universo, olvidaos de ello, ya que cuantas más descripciones hagáis, más
confuso quedará el lector. Es necesario dibujar" Leonardo Da Vinci
El arte conserva la particularidad de
maravillar, estremecer y conmover, el método varía, las técnicas empleadas son
propiedad del artista y de sus intenciones; el estilo es el sello de identidad,
la forma de hacerlo, de interpretarlo; la estrategia para difundir el producto
depende de las iniciativas, la creatividad y los objetivos. El artista
consiente de su oficio se dedica a crear en todo momento, fiel a su concepto de
arte como misión y oficio. Entre más artista, mas consiente es de que ser
artista no es una profesión sino una misión de vida, su puesto en el mundo se
debe a algo trascendental, es el comisionado por el universo a registrar su
pensamiento y su sentir a las futuras generaciones, el de ser parte de la
historia de la humanidad no como protagonista, mas bien como espectador de los
aconteceres, de las culturas, del paso del hombre por el infinito cosmos.
A través de los tiempos, y de todas las
civilizaciones, el factor predominante es como conservar las producciones de
los artistas y difundirlas a la comunidad como creación y conocimiento,
existieron grandes coleccionistas, marchantes y mecenas que desempeñaron muy
bien su misión de compilar las producciones artísticas y que hoy, gracias a ellos,
podemos disfrutar del arte que se ha producido a través de los tiempos. Gracias
a las tecnologías y a las nuevas alternativas de comunicación masiva, la difusión es inmediata, las galerías de
imágenes de las obras se encuentran expeditas y disponibles al disfrute,
incluso a su apropiación. El arte se ha convertido en un bien universal y está
a un click, los artistas que producen obras consientes y con sentido,
difícilmente entran en la confusión del medio, buscan destacarse bien sea por
su poder de dominio de las tecnologías o sus estrategias modernas de
comunicación. Lo que si es inmodificable en el arte creativo, es que los
artistas misioneros crean pensando que su obra cumpla con la misión de ser
perennes, son fieles a la academia y acatan el legado dejado por los grandes
maestros. Las obras son productos físicos, dispuestas a los sentidos, eternas, con contenido.
“Libro de
artista” un modo de arte tangible.
Las grandes producciones artísticas acuden a
medios de difusión a veces prácticas y en tras oportunidades novedosas, la
historia del arte nos da fe de ello cuando se reúnen diferentes obras en un conjunto
con carácter de inventario con intenciones temáticas, ilustrativas, educativas
o informativas. Y uno de esos aspectos de antología es el “libro de artista”.
Según el Larrousse de 1998, el “libro de
artista” es una obra en forma de libro, enteramente concebido por el artista
que no se limita a un trabajo de ilustración, bajo su forma más libre, el libro
de artista se vuelve libro objeto. Sin embargo,
no es sencillo definirlo: ante todo es un área de competencia artística y, a la
vez, es un producto de esa actividad, un objeto artístico llamado “libro de artista”.
Es, entonces, el fruto de dos instancias, primero la apropiación del soporte
“libro” de extensísima tradición cultural, de difusión y divulgación de textos,
sobre todo escritos, y, luego de la intervención del artista que vulnera e
irrumpe en la serena índole del soporte, convirtiéndolo en una obra de arte.
Ante todo es necesario precisar las diferencias entre el
“libro ilustrado” y el “libro de artista”. En rigor, ambas categorías son
realizadas por artistas aunque, en el primer caso, la ilustración está al
servicio del texto verbal y puede escindirse del libro sin pérdida de
información. Al igual que en un poema de figuras o carmina figurata , lo visual está en función asistencial,
redundante, reafirmando lo expresado por el verbo. En cambio, ello es imposible
en un libro de artista sin que la obra se vea absolutamente menoscabada en la
información que suministra. También hay que diferenciar al libro de artista del
“arte del libro”, más relacionado con el mercado del arte editorial.
Si nos vamos a sus orígenes tal vez tengamos una mayor
aproximación conceptual. Se podría decir que el primer libro de artista fué
“Caja Verde” (1934) de Marcel Duchamp, es un modelo de inspiración para muchos
artistas, o de aquellos que simplemente se limitan a crear contenidos con la
intencionalidad de recopilación de datos para posteriormente convertirlo en
libro arte. “Aguas Fuertes” de Goya de fines del siglo XIX son para muchos
críticos otro gran ejemplo donde gran cantidad de aguafuertes se han unido para
formar el libro arte. Otro ejemplo más antiguo, refiere a los libros del poeta
metafísico inglés William Blake (1790) y, aún, más lejos en el tiempo, a los
cuadernos de Leonardo da Vinci de fines del siglo XVI. Y siguiendo el retroceso
en el tiempo nos encontramos con los libros religiosos de monjes irlandeses de
la Edad Media, las tablillas de cortezas de arboles con signografías e inscripciones de antepasados prehistórico. Lo
cierto es que en el siglo XX, el fenómeno creativo se extiende y no hubo
artista que no hiciera los suyos, siendo el español Pablo Picasso uno de los
más prolíficos al reconocérsele la autoría de 150 libros de artista.
Libro de
Artista como experiencia.
El libro arte es una forma de expresión, simbiosis de múltiples posibles
combinaciones donde el artista se apropia del concepto del libro con todas sus
partes físicas como carátula, lomo, solapa, hojas interiores y de las estructuras mismas del contenido de
un libro. En un recorrido por la Historia del Arte, de la Prehistoria a
nuestros días, encontramos infinidad de obras, de todas las épocas y culturas
que, aunque creadas con muy diferentes fines son precursoras del concepto
actual de los libros de artista: huesos tallados, tablillas babilónicas,
papiros egipcios, libros de oración tibetanos, libros de la cultura cristiana
como el Codex de Kells o el Beato de Liébana. Una sucesión de obras hasta
llegar al concepto actual del libro como obra de Arte. Este concepto comienza a concretarse con
Mallarmé (Una tirada de dados nunca podrá suprimir el azar, 1897),
Apollinar (Caligramas de 1914); El Lissitzky (Dyla Golosa, 1923.
Las cuatro funciones aritmétricas, 1928); Francis Picabia (1924);
Dieter Rot (Kinderbuch, 1954-57; Picture Book, 1956); hasta llegar
a las obras actuales de artistas como Beuys, Brossa, Cage, Lewitt...
Desde el punto de vista del artista, el concepto
del libro de artista se puede definir como un soporte más, como un lienzo
para el pintor o como la piedra o el bronce para el escultor, pero sus
especiales características hacen de él un medio con unas posibilidades mucho
más amplias: el juego con el tiempo, al poder pasar sus páginas,
retroceder, desplegarlas y leer un discurso plástico en secuencias
espacio-temporales; la posibilidad de unión entre la pintura, la
escultura, la poesía experimental, la prosa, las artes aplicadas, el libro de
edición normal, la literatura profunda y los más diversos procedimientos
artísticos y elementos plásticos tradicionales o innovadores.
Todas estas múltiples combinaciones proporcionan un sentido lúdico y participativo
a la obra, ya que el libro de artista se puede ver, tocar, oler, hojear,
manipular y sentir.
El libro de artista recuerda en algo o en mucho al libro tradicional, sin
embargo, el libro de artista no es un libro de arte, ni un libro sobre arte, ni
tampoco un libro ilustrado, sino, una obra de arte resultante de un artista que
propone una obra con forma de libro. Para quien el
libro es un soporte más a través del cual se manifiesta el acontecimiento
estético y visual en diferentes combinaciones técnicas, creativas y del
lenguaje artístico. Al igual que un lienzo para el pintor, una plancha de cobre
para el grabador o un bloque de mármol para el escultor; el libro de artista es
un libro con arte, un libro trabajado manualmente que pierde su finalidad
tradicional de instrumento de difusión de un texto; es un soporte en donde el
libro se hace una obra de arte en sí misma, dejando de ser solamente un medio
de difusión ligado a las funciones democráticas del libro tradicional
–reproducibilidad y difusión–, pues el libro de artista deja de ser un libro
tradicional y se convierte en una forma-libro.
En la Colombia neogranadina se sucedieron grandes cambios
sociales donde los gritos de independencias se escuchaban en todos los rincones
y durante este siglo convulso surgieron cronistas y aventureros que registraron
hechos, datos científicos, evidencias de forma de vida, viajes y tradiciones
tan útiles en estas épocas que hoy por hoy son los más jugosos referentes
históricos. Los burgueses de la Inglaterra victoriana, los sedentarios de
España, Italia y Francia se afanaban en leer y degustar el resultado de libros
cargados de imágenes y textos que recreaban el nuevo mundo. Los cronistas
viajaban por estos territorios para registrar las maravillas visibles de un
territorio virgen, inhóspito y rico en recursos naturales. Unos de carácter
científico que escudriñaban en los bosques las especies de fauna y flora
extrañas y desconocidas, otros que hurgaban en las montañas y los abismos las
riquezas minerales, otros registraron los paisajes insólitos y las formas de
vida de los aldeanos y primitivos, otros fueron protagonistas presenciales de
los conflictos. Algunos acudieron a sus apuntes a manera de dibujos y pinturas
que se aunaban en forma de libro documental donde los artistas se confundieron
con las gentes y la naturaleza para aportarle su legado al futuro, otros se
limitaron a escribir narrativas de los hechos o a transcribir vivencias y
aventuras.
Héroes como Mutis y Humbolt que se adentraron a las
selvas Amazónicas a registrar miles de especies vegetales con investigaciones
científicas tratando de develar los secretos fusionados a las savias de las
plantas y a las propiedades de los menjurjes indígenas. En fin, un millar de
documentos que en su mayoría reposan en la Biblioteca Luis Ángel Arango de
autores como Miguel Cané, Alcides Arguedas, Cristoper Isherwood, William
Borroughus, y otros. Científicos y
cronistas que se hacían acompañar de dibujantes y donde ellos mismos elaborando
obras de arte que hoy son joyas históricas como Humbolt, Church, José María
Espinosa, Fray Juan de Santa Gertrudis como cronista, naturista, geógrafo y
médico, Henry Price artista de la comisión corográfica de la nueva granada,
Urdaneta (1878), Santiago Cortes (1900). Y muchos otros. Uno de los afamados
libros de artista es “Apuntes de Viaje” ( 1897) de Francisco Antonio Cano donde
registra en su libreta de apuntes rutas, viajes, personajes y paisajes de su
época.
El libro como objeto de
arte
La desaparición del libro se viene anunciando desde hace
tiempos, así como se ha anunciado la desaparición del arte, la muerte de Dios, el
fin del mundo… pero el aroma de sus páginas, la textura del papel y la lúdica
de su cuerpo se aferran a los lectores. La era digital que amenaza con el
exterminio del libro no ha sido suficiente porque los lectores no renuncian al
tacto, cada libro es único, aunque se hayan impreso por millares, porque cada
libro tiene su dueño aunque sea por un breve tiempo, porque cada libro es un
regalo de sabiduría donde las letras, las ilustraciones, los gráficos y
fotografías se unen para regalar su historia.
La vida del libro está íntimamente ligada a la historia
de la escritura y de la humanidad. Ha evolucionado desde antiguos rollos de
papel y tejidos en la China antigua, pasando por los códices de la edad media
hasta el libro digital de la actualidad. Se le ha considerado como arma
subversiva, estandarte de libertad, medio de expresión y como valioso objeto de
arte.
El libro como objeto de arte es eminentemente
interdisciplinar, sus especiales
características hacen de él un medio con unas posibilidades mucho más amplias:
el juego con el tiempo, al poder pasar sus páginas, retroceder, desplegarlas y
leer un discurso plástico en secuencias espacio-temporales; la posibilidad de
unión entre la pintura, la escultura, la poesía experimental, las artes
aplicadas, el libro de edición normal, y los más diversos procedimientos
artísticos y elementos plásticos tradicionales o innovadores. El libro del artista es sensible a los
sentidos, se puede ver, tocar, oler, hojear, manipular, sentir e incluso
saborear. Suele ser, por lo general, un ejemplar único, irrepetible, seriado,
diseñado, encuadernado y producido con la misma intencionalidad como lo hace
una artista con su obra de arte. Su evolución se desarrolla al ritmo de los
cambios sociales, tecnológicos y creativos, encuentra su nicho en los
coleccionistas, bibliófilos, amantes del arte, museos e instituciones
culturales que los consideran como una pieza de colección que maravilla.
Existen ejemplares de libros de artista en
el arte contemporáneo que han marcado una importante pauta, ejemplos dignos de
admirar y seguir. Algunos de ellos.
Detritus: una maleta facsímil llena de reproducciones de diversos
objetos y papeles encontrados en el estudio de Francis Bacon. La edición cuenta
con 25 ejemplares. Realizado por Ivory Press.
Deux Contes Pablo Picasso: es un libro con 4 grabados y texto
por Ramón Reventós, Las tapas son de madera unidas con un moño.
Danger Book:
Suicide Fireworks: Cai Guo Qiang.
Edición comisionada por Ivory Press, 9 libros únicos hechos con pólvora, pasta
de arroz y cerillos. Contiene los dibujos producidos individualmente por el
polvo de la pólvora. una metáfora acerca de la belleza y la destrucción.
The Secret Life
of Plants: Un libro por Anselm Keifer escultura
de 7 pies con páginas de plomo cubiertas por cartón.
El poder adquisitivo de las obras de arte
originales se limitan por el poder adquisitivo cada vez más reducido de los
amantes del buen arte, pero el libro del artista es una alternativa económica
de estar cerca de los artistas y de sus obras, ejemplares con dedicatorias
personales que aumentan su valor en el tiempo, en subastas y en eventos
artísticos y se convierten en piezas queridas, leídas, admiradas, inspiradoras.
Son los acompañantes permanentes e incondicionales en el anaquel, el
escritorio, el despacho, la oficina. Es una obra de arte en constante
exhibición.
CARLOS OSORIO
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