jueves, 27 de marzo de 2014


Libro de artista
"Vosotros que queréis representar con palabras el universo, olvidaos de ello, ya que cuantas más descripciones hagáis, más confuso quedará el lector. Es necesario dibujar" Leonardo Da Vinci

Descripción enciclopédica

La expresión del arte tiene infinidad de posibilidades, el artista anda en constante búsqueda de medios para difundir sus creaciones, de ahí surge la técnica, unas tradicionales y otras innovadoras donde la protagonista es la obra, el artista ha experimentado con disímiles materiales, desde tierras, pigmentos, solventes…; en  soportes  como papeles, telas, madera, piedras, sintéticos…, en temas de diferente matiz desde el conceptual hasta la interpretación fiel de la naturaleza, imponiendo su estilo como marca de identidad, producto del ejercicio y la constancia.

El arte conserva la particularidad de maravillar, estremecer y conmover, el método varía, las técnicas empleadas son propiedad del artista y de sus intenciones; el estilo es el sello de identidad, la forma de hacerlo, de interpretarlo;  la estrategia para difundir el producto depende de las iniciativas, la creatividad y los objetivos. El artista consiente de su oficio se dedica a crear en todo momento, fiel a su concepto de arte como misión y oficio. Entre más artista, mas consiente es de que ser artista no es una profesión sino una misión de vida, su puesto en el mundo se debe a algo trascendental, es el comisionado por el universo a registrar su pensamiento y su sentir a las futuras generaciones, el de ser parte de la historia de la humanidad no como protagonista, mas bien como espectador de los aconteceres, de las culturas, del paso del hombre por el infinito cosmos.

A través de los tiempos, y de todas las civilizaciones, el factor predominante es como conservar las producciones de los artistas y difundirlas a la comunidad como creación y conocimiento, existieron grandes coleccionistas, marchantes y mecenas que desempeñaron muy bien su misión de compilar las producciones artísticas y que hoy, gracias a ellos, podemos disfrutar del arte que se ha producido a través de los tiempos. Gracias a las tecnologías y a las nuevas alternativas de comunicación masiva,  la difusión es inmediata, las galerías de imágenes de las obras se encuentran expeditas y disponibles al disfrute, incluso a su apropiación. El arte se ha convertido en un bien universal y está a un click, los artistas que producen obras consientes y con sentido, difícilmente entran en la confusión del medio, buscan destacarse bien sea por su poder de dominio de las tecnologías o sus estrategias modernas de comunicación. Lo que si es inmodificable en el arte creativo, es que los artistas misioneros crean pensando que su obra cumpla con la misión de ser perennes, son fieles a la academia y acatan el legado dejado por los grandes maestros. Las obras son productos físicos, dispuestas a los sentidos, eternas, con sentido y contenido.

“Libro de artista” un modo de arte tangible.

Las grandes producciones artísticas acuden a medios de difusión a veces prácticas y en tras oportunidades novedosas, la historia del arte nos da fe de ello cuando se reúnen diferentes obras en un conjunto con carácter de inventario con intenciones temáticas, ilustrativas, educativas o informativas. Y uno de esos aspectos de antología es el “libro de artista”.

Según el Larrousse de 1998, el “libro de artista” es una obra en forma de libro, enteramente concebido por el artista que no se limita a un trabajo de ilustración, bajo su forma más libre, el libro de artista se vuelve libro objeto. Sin embargo, no es sencillo definirlo: ante todo es un área de competencia artística y, a la vez, es un producto de esa actividad, un objeto artístico llamado “libro de artista”. Es, entonces, el fruto de dos instancias, primero la apropiación del soporte “libro” de extensísima tradición cultural, de difusión y divulgación de textos, sobre todo escritos, y, luego de la intervención del artista que vulnera e irrumpe en la serena índole del soporte, convirtiéndolo en una obra de arte.

Ante todo es necesario precisar las diferencias entre el “libro ilustrado” y el “libro de artista”. En rigor, ambas categorías son realizadas por artistas aunque, en el primer caso, la ilustración está al servicio del texto verbal y puede escindirse del libro sin pérdida de información. Al igual que en un poema de figuras o carmina figurata , lo visual está en función asistencial, redundante, reafirmando lo expresado por el verbo. En cambio, ello es imposible en un libro de artista sin que la obra se vea absolutamente menoscabada en la información que suministra. También hay que diferenciar al libro de artista del “arte del libro”, más relacionado con el mercado del arte editorial.

Si nos vamos a sus orígenes tal vez tengamos una mayor aproximación conceptual. Se podría decir que el primer libro de artista fué “Caja Verde” (1934) de Marcel Duchamp, es un modelo de inspiración para muchos artistas, o de aquellos que simplemente se limitan a crear contenidos con la intencionalidad de recopilación de datos para posteriormente convertirlo en libro arte. “Aguas Fuertes” de Goya de fines del siglo XIX son para muchos críticos otro gran ejemplo donde gran cantidad de aguafuertes se han unido para formar el libro arte. Otro ejemplo más antiguo, refiere a los libros del poeta metafísico inglés William Blake (1790) y, aún, más lejos en el tiempo, a los cuadernos de Leonardo da Vinci de fines del siglo XVI. Y siguiendo el retroceso en el tiempo nos encontramos con los libros religiosos de monjes irlandeses de la Edad Media, las tablillas de cortezas de arboles con signografías  e inscripciones de antepasados prehistórico. Lo cierto es que en el siglo XX, el fenómeno creativo se extiende y no hubo artista que no hiciera los suyos, siendo el español Pablo Picasso uno de los más prolíficos al reconocérsele la autoría de 150 libros de artista.

Libro de Artista como experiencia.

El libro arte es una forma de expresión, simbiosis de múltiples posibles combinaciones donde el artista se apropia del concepto del libro con todas sus partes físicas como carátula, lomo, solapa, hojas interiores  y de las estructuras mismas del contenido de un libro. En un recorrido por la Historia del Arte, de la Prehistoria a nuestros días, encontramos infinidad de obras, de todas las épocas y culturas que, aunque creadas con muy diferentes fines son precursoras del concepto actual de los libros de artista: huesos tallados, tablillas babilónicas, papiros egipcios, libros de oración tibetanos, libros de la cultura cristiana como el Codex de Kells o el Beato de Liébana. Una sucesión de obras hasta llegar al concepto actual del libro como obra de Arte. Este concepto comienza a concretarse con  Mallarmé (Una tirada de dados nunca podrá suprimir el azar, 1897),  Apollinar (Caligramas de 1914);  El Lissitzky (Dyla Golosa, 1923.  Las cuatro funciones aritmétricas, 1928);  Francis Picabia (1924);  Dieter Rot (Kinderbuch, 1954-57;  Picture Book, 1956);  hasta llegar a las obras actuales de artistas como Beuys, Brossa, Cage, Lewitt...

Desde el punto de vista del artista, el concepto del  libro de artista se puede definir como un soporte más, como un lienzo para el pintor o como la piedra o el bronce para el escultor, pero sus especiales características hacen de él un medio con unas posibilidades mucho más amplias:  el juego con el tiempo, al poder pasar sus páginas, retroceder, desplegarlas y leer un discurso plástico en secuencias espacio-temporales;  la posibilidad de unión entre la pintura, la escultura, la poesía experimental, la prosa, las artes aplicadas, el libro de edición normal, la literatura profunda y los más diversos procedimientos artísticos y elementos plásticos tradicionales o innovadores.    Todas estas múltiples combinaciones proporcionan un sentido lúdico y participativo a la obra, ya que el libro de artista se puede ver, tocar, oler, hojear, manipular y sentir.
El libro de artista recuerda en algo o en mucho al libro tradicional, sin embargo, el libro de artista no es un libro de arte, ni un libro sobre arte, ni tampoco un libro ilustrado, sino, una obra de arte resultante de un artista que propone una obra con forma de libro. Para quien el libro es un soporte más a través del cual se manifiesta el acontecimiento estético y visual en diferentes combinaciones técnicas, creativas y del lenguaje artístico. Al igual que un lienzo para el pintor, una plancha de cobre para el grabador o un bloque de mármol para el escultor; el libro de artista es un libro con arte, un libro trabajado manualmente que pierde su finalidad tradicional de instrumento de difusión de un texto; es un soporte en donde el libro se hace una obra de arte en sí misma, dejando de ser solamente un medio de difusión ligado a las funciones democráticas del libro tradicional –reproducibilidad y difusión–, pues el libro de artista deja de ser un libro tradicional y se convierte en una forma-libro.

En la Colombia neogranadina se sucedieron grandes cambios sociales donde los gritos de independencias se escuchaban en todos los rincones y durante este siglo convulso surgieron cronistas y aventureros que registraron hechos, datos científicos, evidencias de forma de vida, viajes y tradiciones tan útiles en estas épocas que hoy por hoy son los más jugosos referentes históricos. Los burgueses de la Inglaterra victoriana, los sedentarios de España, Italia y Francia se afanaban en leer y degustar el resultado de libros cargados de imágenes y textos que recreaban el nuevo mundo. Los cronistas viajaban por estos territorios para registrar las maravillas visibles de un territorio virgen, inhóspito y rico en recursos naturales. Unos de carácter científico que escudriñaban en los bosques las especies de fauna y flora extrañas y desconocidas, otros que hurgaban en las montañas y los abismos las riquezas minerales, otros registraron los paisajes insólitos y las formas de vida de los aldeanos y primitivos, otros fueron protagonistas presenciales de los conflictos. Algunos acudieron a sus apuntes a manera de dibujos y pinturas que se aunaban en forma de libro documental donde los artistas se confundieron con las gentes y la naturaleza para aportarle su legado al futuro, otros se limitaron a escribir narrativas de los hechos o a transcribir vivencias y aventuras.

Héroes como Mutis y Humbolt que se adentraron a las selvas Amazónicas a registrar miles de especies vegetales con investigaciones científicas tratando de develar los secretos fusionados a las savias de las plantas y a las propiedades de los menjurjes indígenas. En fin, un millar de documentos que en su mayoría reposan en la Biblioteca Luis Ángel Arango de autores como Miguel Cané, Alcides Arguedas, Cristoper Isherwood, William Borroughus, y otros.  Científicos y cronistas que se hacían acompañar de dibujantes y donde ellos mismos elaborando obras de arte que hoy son joyas históricas como Humbolt, Church, José María Espinosa, Fray Juan de Santa Gertrudis como cronista, naturista, geógrafo y médico, Henry Price artista de la comisión corográfica de la nueva granada, Urdaneta (1878), Santiago Cortes (1900). Y muchos otros. Uno de los afamados libros de artista es “Apuntes de Viaje” ( 1897) de Francisco Antonio Cano donde registra en su libreta de apuntes rutas, viajes, personajes y paisajes de su época.

El libro como objeto de arte
La desaparición del libro se viene anunciando desde hace tiempos, así como se ha anunciado la desaparición del arte, la muerte de Dios, el fin del mundo… pero el aroma de sus páginas, la textura del papel y la lúdica de su cuerpo se aferran a los lectores. La era digital que amenaza con el exterminio del libro no ha sido suficiente porque los lectores no renuncian al tacto, cada libro es único, aunque se hayan impreso por millares, porque cada libro tiene su dueño aunque sea por un breve tiempo, porque cada libro es un regalo de sabiduría donde las letras, las ilustraciones, los gráficos y fotografías se unen para regalar su historia. 
La vida del libro está íntimamente ligada a la historia de la escritura y de la humanidad. Ha evolucionado desde antiguos rollos de papel y tejidos en la China antigua, pasando por los códices de la edad media hasta el libro digital de la actualidad. Se le ha considerado como arma subversiva, estandarte de libertad, medio de expresión y como valioso objeto de arte.
El libro como objeto de arte es eminentemente interdisciplinar, sus especiales características hacen de él un medio con unas posibilidades mucho más amplias: el juego con el tiempo, al poder pasar sus páginas, retroceder, desplegarlas y leer un discurso plástico en secuencias espacio-temporales; la posibilidad de unión entre la pintura, la escultura, la poesía experimental, las artes aplicadas, el libro de edición normal, y los más diversos procedimientos artísticos y elementos plásticos tradicionales o innovadores.   El libro del artista es sensible a los sentidos, se puede ver, tocar, oler, hojear, manipular, sentir e incluso saborear. Suele ser, por lo general, un ejemplar único, irrepetible, seriado, diseñado, encuadernado y producido con la misma intencionalidad como lo hace una artista con su obra de arte. Su evolución se desarrolla al ritmo de los cambios sociales, tecnológicos y creativos, encuentra su nicho en los coleccionistas, bibliófilos, amantes del arte, museos e instituciones culturales que los consideran como una pieza de colección que maravilla.
Existen ejemplares de libros de artista en el arte contemporáneo que han marcado una importante pauta, ejemplos dignos de admirar y seguir. Algunos de ellos.
Detritus: una maleta facsímil llena de reproducciones de diversos objetos y papeles encontrados en el estudio de Francis Bacon. La edición cuenta con 25 ejemplares. Realizado por Ivory Press.
Deux Contes Pablo Picasso: es un libro con 4 grabados y texto por Ramón Reventós, Las tapas son de madera unidas con un moño.
Danger Book: Suicide Fireworks: Cai Guo Qiang. Edición comisionada por Ivory Press, 9 libros únicos hechos con pólvora, pasta de arroz y cerillos. Contiene los dibujos producidos individualmente por el polvo de la pólvora. una metáfora acerca de la belleza y la destrucción.
The Secret Life of Plants: Un libro por Anselm Keifer escultura de 7 pies con páginas de plomo cubiertas por cartón.
El poder adquisitivo de las obras de arte originales se limitan por el poder adquisitivo cada vez más reducido de los amantes del buen arte, pero el libro del artista es una alternativa económica de estar cerca de los artistas y de sus obras, ejemplares con dedicatorias personales que aumentan su valor en el tiempo, en subastas y en eventos artísticos y se convierten en piezas queridas, leídas, admiradas, inspiradoras. Son los acompañantes permanentes e incondicionales en el anaquel, el escritorio, el despacho, la oficina. Es una obra de arte en constante exhibición.
CARLOS OSORIO

LOS HOMBRES BESTIA
Muchos peñolenses, especialmente los indígenas y criollos, se desempeñaban como cargueros por los diversos caminos y trochas de la Provincia de Antioquia.

El auge de los antiguos caminos que comunicaban a Santa Fe de Antioquia, Medellín y San Antonio de Arma de Rionegro con El Magdalena, en las difíciles épocas de la colonia, tenían como eje central los territorios de San Antonio de los Remolinos de El Peñol, donde encontraban los caminantes, comerciantes y exploradores, espacio para el descanso, alimentación, alivio e intercambio de mulas, bueyes y caballos; y sobre todo, la contratación de cargueros tanto de fardos como de hombres.

La  población de Palagua fue inundada por El Magdalena a principios del siglo XVII y sus habitantes poblaron el sitio indígena del Nare, desde aquí partía la ruta entraba a Antioquia por el valle del río Nus, la desembocadura de este río al Magdalena se bifurcaba formando numerosas islas, se reconocía con el nombre de Islitas. El encuentro del río Nare con el Samaná era alígero y peligroso, sitio reconocido como Remolinos, indicaba los límites de los territorios de El Peñol de entonces.

Los cargueros o terciadores hacían largos recorridos, llevando un sinnúmero de productos por caminos casi intransitables desde Nare hasta Rionegro y Medellín. Por Guatapé pasaba el antiguo camino de Páramo, denominado así porque atravesaba un ramal deprimido y frio de la cordillera. Este sendero se unía en Sequión o Trapiche con el establecido entre Remolinos y Rionegro. Con la construcción del camino de Islitas se articularon muchos sitios y parajes a la red vial; algunos  de estos sitios no pasaron de ser simples fondas, mientras otros fueron convirtiéndose poco a poco en prósperos municipios. Este camino partía de Puerto Nare, seguía a Islitas – Juntas, Canoas y Trapiche, allí se dividía en dos ramales: uno que pasaba por San Carlos, El Peñol, Marinilla, Rionegro y Medellín; y otro que iba hacia San Rafael, Guatapé y se unía en El Peñol al primer ramal para continuar hasta Medellín. (Von Schenck. Viaje por Antioquia en el año de 1880. Bogotá, Banco de la República. 1953. Pag. 21.)

Para el transporte de una persona un carguero exigía 16 piastras y la comida; “El silletero” debía tener un paso suave, pues su carga viva estaba sentada sobre una silla de caña, suspendida por una banda o cincha, que lleva sobre la frente el portador. El transportado debía permanecer inmóvil, mirando hacia atrás y con los pies reposando en un travesaño; en los sitios escabrosos como el atravesar un torrente sobre un tronco a manera de puente, el silletero recomendaba al patrón que tiene sobre la espalda, cerrar los ojos. Daba lástima ver al carguero sudando gruesas gotas a la subida y oírlo respirar emitiendo un silbido tremendo. ( Referenciado de Viajeros en la Independencia. Colección Bicentenario. Pag. 66)

El bastimento que llevaban los cargueros y caminantes consistía en tiras de carne seca de res, bizcochos de maíz, huevos duros, azúcar en bruto (panela), chocolate, ron, cigarrillos y pedazos de sal, conocidos con el nombre de “piedras”, que resistían la humedad. Otros llevaban su propia alimentación o sea “tasajo”: panela, chocolate arepas y sobre todo “fifí”, bananos verdes secados al horno, cortados en tajadas longitudinales, todavía harinosos al punto que adquieran dureza y la consistencia. Para comer “fifí” en vez de pan, se le rompe con una piedra y se remoja en agua, esta preparación era absolutamente resistente al ataque de los insectos.

Caminar por estos tormentosos senderos implicaba enfrentarse a las inclemencias de la naturaleza. Era exponerse continuamente a las espinas de zarzas y guaduales, con barro que llegaba a las rodillas, por canelones oscuros, húmedos y cundido de alimañas. El agua se encontraba en numerosos manantiales, pero se prefería obtenerla de las guaduas, practicando una abertura por encima de uno de los nudos de la vara. El camino se convertía en martirio para los cargueros, quienes fuera de soportar una carga que laceraba la espalda y herniaba sus cuerpos; adquirían enfermedades como osteoporosis, artritis, bronquitis, malaria, y fiebres. 

En su viaje a este lugar FriedichVon Schenk , quien pernotó en 1978 en El Peñol escribió en sus memorias de “Viajes por Antioquia”: “Esa degradación del hombre como animal de carga (…), todavía en algunas regiones de Antioquia es bastante común. Especialmente el indígena de los caseríos de San Antonio de los remolinos de El Peñol (…) encuentra su única fuente de entrada en el trabajo como peón de tercio para transportar la carga desde Islitas hasta Rionegro, Ya que muchas veces esta carga por su tamaño y peso no sirve para ser transportada en mulas…”
… “Es sumamente triste observar cómo en el camino a Medellín en caravanas de peones de carga, al lado de atléticos y fuertes hombres, ver viejas mujeres y muchachas jóvenes que llevan cargas y bultos sobre la espalda, sujetos a una cincha que pasa por la frente y que van a través de las montañas y ríos tormentosos de Antioquia…”

El progreso de la Antioquia de aquella época se soportó en las espaldas de aquellos indígenas humildes que por causas del empobrecimiento y la humillación del español dominante, recurrió a este oficio como única alternativa de supervivencia. Poco valió que Don Antonio Mon y Velarde dictara el 12 de Mayo de 1788, una providencia que daba un plazo de un año para extinguir el oficio de carguero por los múltiples abusos y exiguos pagos. Ni las gestiones de el Presbítero Francisco José Hermenegildo Leonin de Estrada, primer cura párroco de El Peñol en 1774. Quien el 7 de septiembre de 1794  envió un informe especial al rey sobre la precaria vida de los cargueros y silleteros de estos territorios.  Tardaron más de un siglo, principios del siglo XIX, que en consideración de los cargueros, los gobiernos de turno promovieron los “tambos”  casas construidas a orilla de los caminos donde los caminantes podían descansar, adquirir alimentos, medicinas y dormir a precios razonables. Estas casas generaron nuevas construcciones a su alrededor y en muchos casos generaron los pueblos de hoy. Fueron los más reconocidos los “tambos” de Guadualito. Samaná, Santa Teresa, el de Yore, el de Balsadero, el de La Aguada, el de Totumo, el de Arenal, y el de Falditas.

Hoy, recordamos y homenajeamos a estos “Hombres bestias” quienes fueron héroes y protagonistas de el progreso. Ellos, desafiando las montañas, las inclemencias y las afecciones hicieron grande a Antioquia y dieron reconocimiento a El Peñol como el pueblo que persistente en las adversidades, gracias a sus hombres fuertes, aguerridos y emprendedores.

sábado, 22 de marzo de 2014


Yo quería volar.
Durante muchos años, los que hasta hoy he vivido, siempre extendía los brazos al viento con la ilusión vana de volar. Sentía como el aire pasaba raudo, como cruzaba las nubes grises sin soltarme del suelo. Y llegue tan cerca del sol hasta que ardía como fogata. Pero todo fue un sueño. Volaba en mi imaginación tan alto, tan alto. Allí donde ninguna ave ha podido llegar. Hasta explore el confín celeste, donde el azul diáfano se convierte en noche y el sol se ve como una estrella mas. Y pensé que este era el límite. Para volar se necesitan alas. Para ser un Ícaro se requiere osadía. Para llegar lejos determinación, y para lograr las metas la constancia. Todos estos requisitos los cumplía al pie de la letra. Y volaba.

Llegar lejos no es suficiente, siempre existen otros límites que superar y estos se convirtieron en retos. Mis nuevos logros. Uno tras otro superados. Llegué, por ejemplo, al fin del mundo y descubrí que existían otros mundos. Viajé al fondo del mar y descubrí que existen otros mares. Llegue a la cumbre de la montaña más alta y vi, a lo lejos, cumbres inexploradas. Toque las nubes con mis manos y vi que otras se formaban en monstruosos hongos sobre mi nube. Volaba más rápido que el alcaraván, que la garza, que la paloma. Y me sentía rey en las alturas.
Sólo pensaba en volar.

De pronto, sin saber como ni cuando, me vi en una jaula. Pasionero de mis sueños. Mis alas rotas, sin alma y sin horizonte. Las manos negras de la perfidia lograron ponerle grilletes a mis tobillos, cadenas a mis manos y desgajar mis alas. ¿Porqué a mí? Fue la pregunta constante que me hacía. Y comprendí porque al turpial de hermosos plumaje, vigoroso vuelo y dulce canto lo persiguen para enclaustrarlo en una jaula de oro. Comprendí porque estaba el ultimo cóndor en una celda de aquel zoológico, porque a la multicolor guacamaya que volaba de selva en selva estaba confinada a un pequeño fuste empotrado en una pared. Vasta con ser virtuoso para ser confinado a la proscripción.

En aquella galera de miserables sin alas me encontraba yo. Sumido en tristezas e impotencia. ¿Porque a mí?   En que momento desperté en esta pesadilla. Mustios cuerpos deambulan en círculos pequeños en un camino sin fin. Hombres sin esperanza con los ojos húmedos. Carceleros sin alma atormentando a los más débiles. Mil dedos señalando al inocente. Llanto en vez de canto. Voces que se ahogan en silencios. Día y noches confusos en calendarios sin nomenclatura. Tiempo lento, tan lento que parecía quieto. Jauría de lobos atacando a lobos. Caos, perfidia y maldad.

Después de un tiempo la jaula se abrió  y pude salir dejando mis alas. Ahora no pienso en volar solo busco permanecer con los pies en la tierra.

Un artista…
Un ser de presencia metafísica… aquel que no vasta con serlo, ni decirlo, ni pensarlo.   Aquel señalado por quienes lo rodean como artista, a quien una especie de orden divino lo tocó para hacer realidad la creación y las razones que la influyen. Son formadores de opinión, creadores de la fantasía,  plasman las realidades de los sueños.  Una vez que el individuo logra ejercer arte, aunque de un modo mínimo, se deberá a la sociedad, pasara de vago a bohemio, de haragán a pensador, de perezoso a soñador y de inadaptado a crítico rebelde.

Un artista es una persona que construyen su propio mito. Está inmerso en todo sitio donde se respira arte. Alguien que desfila entre exposiciones ajenas. Que vive las 24 horas respondiendo a toda inquisición. Que está dedicado a darse satisfacciones que se convierten en asombro para los semejantes. Aquel que ha vivido una niñez triste, una adolescencia taciturna, momentos de depresión, desengaños, y hasta algún intento de suicidio para que al fin, fortalecido su espíritu, sea espadachín precoz ante las intemperancias de la vida.

Es un hombre llamado a sentir hambre, decidido a hacerse al mundo con una fortuna debajo el brazo acompasado con el ruido en su vientre y una manta roída, atada a la rama de un árbol seco como único techo.

Es un hombre que llama a las musas, busca influencias, se aparta de las realidades… está siempre inmerso en la música para habilitar los sentidos, del teatro para interpretar la vida, del vino para embriagarse de ilusiones, mientras el mundo gira con sus malevolencias.  Y en medio de las convulsiones fatídicas surge el artista queriendo cambiar el mundo con denuncias, mientras los injustos lo consumen en pedazos.

Un artista es alguien con carisma, glamour y actitud. Es un coleccionista de cosas inútiles a las que les da vida. Devorador de películas viejas, de películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías y poemas. De sueños imposibles, conversaciones deleitables, arquitecturas absurdas, puentes delebles, señales de tránsito, árboles decadentes, nubes grises, luces sin sombras. De todas aquellas cosas que le hablen directamente al alma.

El artista busca inspiración en el escritor, en otros artistas, en activistas, filósofos, en gente del común. A ellos les roba la escancia y la transforma en obra. De ellos aprende la selección natural y la evolución de la especie, la razón de ser y de estar. Roba lo más genial de los artistas muertos y aprende de ellos sus planes de trabajo, su innegable legado.
Un artista es un faro de la libertad, una persona capaz de convertir la insignificancia en un objeto mágico.  La desventura, la imbecilidad y la basura en un manto luminoso. Es quien padece día y noche de una enfermedad delirante.  Es quien saborea el futuro incierto, huele la inmensidad, Palpa la soledad. Mira, mira y mira mientras el mundo se enceguece de ambición.

Un artista es quien escucha el canto del viento, el sollozo del manantial, el grito del sol, el silencio de la luna.  Es quien desafía  a la razón, a la época, a la muerte. Es quien acaricia a la mujer como si fuera lienzo o pincel, palpa sus formas como si fuera escultura y se adentran en ellas como si fuera espíritu.

Un artista es quien acaricia armas como si fueran tubos de colores, los tubos de colores como si fueran aves multicolores, Pinta un basural como si fuera un cielo estrellado. Vive como un príncipe siendo un plebeyo, Se juega la vida en cada pincelada mientras cubre su cabeza de azul ultramar.  Es quien se juzga ante un lienzo en blanco para mancharlo de pecados luminosos. Es quien escogió una profesión suicida,  porque es difícil vivir del arte, y fácil morir de hambre.

Un artista es un ser que decidió tomar un camino que lo conduce a ninguna parte, a un caminar interminable por el sendero de lo eterno y que siempre tiene la ilusión de llegar al horizonte esquivo del universo.