LA AGUADEÑIDAD
Escribir es como
pintar, pintar es como escribir. Es la consigna que me guía. Gozo al sentir la incertidumbre cuando me
enfrento a la pureza del papel o al lienzo imprimado. Llamo la musa
inspiradora, acopio la experiencia y me atrevo a la aventura. Mana la idea
inspirada en el paisaje, en un hecho, un detalle, punto de partida por un
camino adusto y a la vez placentero.
Así surgió la idea
de realizar el libro “La Aguadeñidad”, un compendio de crónicas, narrativas y
cuentos motivados por el panorama inspirador de Aguadas. Escritos y pinturas
que se fusionaron, cada una con su particularidad; uno, degustando el sabor
dulce de las palabras, otro, extasiándose con la magia del color. Pluma y
pincel, tinta y pigmento, literatura y arte unidos para rendirle pleitesía al
pueblo donde embrioné, donde me nutrí de sus esencias, donde di mis primeros
pasos a la sensibilidad.
“La Aguadeñidad” es
sentimiento, es en Aguadas donde aprendí a degustar el sabor amargo de la desidia,
mientras adquiría destrezas para enfrentarme al mundo. Aguadas se empequeñeció
cuando engrandecía sus atributos con letras y pinturas. Y así, como el
legendario “putas” emigre con la mirada fija en el horizonte con la certeza de
que allí no existen límites.
“La Aguadeñidad” es
un homenaje a esos héroes sin nombre, a sus montañas encumbradas cubiertas de
mantas blancas; a sus centurias inquietantes, ocultas e ignoradas; al campesino
autóctono capaz de doblegar imposibles; a la bellas mujeres que nos tatúan el
alma con la tinta indeleble, incolora y salubre que sus cuerpos emanan.
“La Aguadeñidad” es
legado de insignes escritores que se han inspirado en Aguadas con el mismo amor
que suele brotar del alma. Algunos desde la distancia añorando el olor de su
tierra mojada, otros desde sus lares discerniendo sus históricos momentos.
Es lucir un
sombrero aguadeño con orgullo y altivez, saborear el manjar que se le ofrendaba
a Pio IX, es hablar de “El Putas” y reavivar sus epopeyas.
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