Como apreciar una obra de arte
"EL CLAVILEÑO" Óleo de Carlos Osorio de la serie Homenaje al Quijote |
En cualquier
momento, de pronto desprevenido, se encuentra usted frente a una exposición de obras
de arte, y a simple vista la encuentra contradictoria, absurda o difiere con su
lógica cotidiana y más si es arte contemporáneo antiestético y deformado. Se
enfrenta a extrañas formas geométricas, con empastes de cartón, con enchapes de
trapos rotos, con colores hirientes de contrastes absurdos. Y después de mirar
una o más obras, se irrita por las extravagancias y sandeces expuestas, da
media vuelta y se va.
O por el contrario,
es tan especial lo que se está exhibiendo, que su interés se centra en
admirarla con detenimiento, maravillarse del color, la forma, la composición o
el mensaje. Es tal el encanto de lo que está observando que para su criterio
debe considerarse una obra maestra.
Esa cualidad de
percepción, tan personal, difiere en cada espectador según el concepto que se
tenga del artista, el conocimiento sobre el arte y su historia, la técnica, la
influencia social o cultural o económica, o en escasos momentos la intuición.
En efecto, la historia de los artistas nos cuenta, en casos muy generalizados,
donde los artistas han trabajado obras que en el momento de su aparición nadie
las apreciaba y que hoy los particulares, los museos y coleccionistas se
disputan por millonadas.
El caso de Gauguin, una obra adquirida por un coleccionista por una cifra irrisoria en
1980 y que ahora se pago ciento veinte millones de francos en una subasta en
Paris.
Casos parecidos con
obras de Klim, Carrá, Morando, De Pisis,
Verneer etc. Después de largos años de indiferencia. O en casos contrarios
con artistas de actualidad con obras que aún no colman nuestras expectativas y
no alcanzamos a entender como venden sus obras por cien mil dólares como en el
caso de Botero.
Entender lo que
sucede no es misión imposible, se requiere buscar la manera de apartar nuestros
conceptos personales sin fundamento y sumergirnos en el denso panorama de los
artistas, los movimientos pictóricos de nuestro siglo y ponernos de parte de
las obras que crean los artistas. Entender el porque, el como y para qué está
el artista trabajando.
En la historia del
arte tienen curso muchas palabras y términos de los que poco se sabe
exactamente que significa: Los Fauves,
los expresionistas, el cubismo, los futuristas, la metafísica, el surrealismo,
etc.
De momento, vamos a
apartar el obstáculo principal que tenemos para entender el arte moderno, donde
el artista se apartó de la representación de la naturaleza y de sus grandes
espectáculos, del hombre y de sus intereses humanos. Hasta fines del siglo pasado
el mundo cotidiano es lo que inspiraba a los artistas. En las pinturas de Monet, Renoir, Sisley, Fontanesi, fattori,
se veían ríos, bosques, calles iluminadas con faroles, multitudes apiñadas,
interiores de la burguesía, merienda en los parques, campos y marinas; o seas
que el arte expresaba una relación integra de el hombre con la naturaleza. Y
hoy ¿Qué ha sucedido? , ¿Por qué la
naturaleza ya no inspira a los artistas?
Es fácil concluir
que el artista abandono las imágenes familiares del mundo real y humano, se ha
deshumanizado y vuelto estéril, pero la realidad es que el artista ha decidido
convertir el paisaje exterior en una visión más interior, a un paisaje del
alma, de cosas intuidas, pensadas o presentidas.
El arte no se ha alejado del hombre, sino que
ha penetrado en él, descubriendo la fuente de sus angustias, soledades, dolor y
desesperación. Y lo han llevado a buscar nuevas imágenes que no sólo fueran
realistas sino que reflejaran aquella interioridad. Una forma de lograr la
libertad de expresión, a veces sin apoyo del mundo real y visible. El artista
no está pintando para un público, las obras son para él, pinta para
satisfacerse.
El es el artista y el cliente. Paul Klee, pintor alemán, muerto en 1940 en Suiza, expreso sintéticamente la
libertad de la pintura diciendo estas palabras: “La pintura ha de ser visible
lo invisible, ha de llegar hasta el corazón del mundo”.
El arte abstracto
dio vida al nuevo sector de la investigación, susceptible a nuestros
conocimientos y de identificar la fuerza expresiva. Claro está que esto no
sucedió de forma precipitada e inconsciente, sino que refleja las condiciones
de nuestra presente historia, dramática, compulsiva, rica en imágenes y se ha
producido a través de un esfuerzo gradual y agitado de generaciones con
trasfondo intelectual propio del mundo moderno.
A fines del siglo
XIX, donde se sucede la “Belle époque”
aparecieron artistas aislados que se anticiparon con audaz intuición a muchos
aspectos a la evolución futura. Van Gogh
(1853 _1980) revelando las primeras inquietudes de la pintura moderna y el
francés Paul Gauguin (1848 _1980) partiendo a las islas del
pacífico abandonó los conceptos caducos de la vieja Europa en busca de una
sensibilidad primitiva e inocente.
En una carta de
1888 a su hermano, Van Gogh
escribió: “En vez de reproducir
exactamente lo que tengo ante los ojos, me sirvo del color en la forma más
arbitraria para expresarme con más fuerza”; palabras que se convirtieron para los artistas
europeos como el auténtico mandamiento.
Paul Gaughin, moriría en las
islas de Tahití, solo y desesperado pero en adelante como el lo escribió: “La máquina ha sido puesta en marcha, y los
pintores que hoy se aprovechan de esta libertad me deben algo”.
Del romanticismo se
dio al gran salto basado en el predominio de la inteligencia, la racionalidad y
la investigación. Paul
Cesan y a Georges Seurat tienden en la
pintura a excluir todo aspecto caduco, momentáneo del colorido impresionista,
incluyendo estilos y técnicas diferenciadoras como el puntillismo y el
rallismo.
Predomina la magia
de la luz y los contrastes.
De Van Gogh y Gaugin descienden casi todos
los pintores Fauves franceses y los pintores expresionistas alemanes, de Cézanne y Seurat, descienden los
cubistas y otras mezclas, los futuristas y los primeros abstractos. Juntos con Toulouse- Lautrec se les considera como
los profetas del arte de hoy y es obligada justicia reconocerlos como
precursores. Y en efecto, surgen las nuevas generaciones Matisse y Picasso hasta nuestros días.
No importa que los
artistas innovadores –Van Gogh, Gauguin,
Cézanne, Seurat y Tolouse –Leutrec – se vieran relegados a la soledad y que
su obra resulte incomprensible para sus contemporáneos pero es el punto de
referencia para los jóvenes pintores rebeldes franceses y los movimientos
expresionistas.
El observar una
obra de arte, ya con un concepto claro y definido, nos va a dar a entender con
otro criterio que las obras de arte tienen, además de su contenido, una larga
historia implícita, llenas de motivos que nos aclaran el porque ese artista se
expresa de esa manera. Mientras el mundo ruede, los artistas seguirán haciendo
sus creaciones y los verdaderos genios de la pintura siempre serán la
referencia obligada.
El artista dejara
de ser ese ser incomprendido y las miradas que cautiven sus obras sabrán
interpretarlas con un criterio mas profundo y llenas de razones concretas.
Apreciar una obra de arte, implica entonces un
conocimiento somero de historia del arte y entender las cualidades técnicas,
creativas, estilísticas, de dibujo y
compositivas inherentes al artista y su obra.
¿Para donde va el
arte actual?. Quizá la ruta ya esté trazada por los artistas de hoy,
incomprendidos, rechazados, olvidados, relegados e ignorados que han puesto su
obra para que un espectador desprevenido o el crítico mordaz le dé la espalda.
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