EL ZÓCALO DE GUATAPE, ARTE PÚBLICO
“La escultura no
puede ser por más tiempo un objeto colocado en un espacio público; en su lugar,
el espacio público se ha convertido en el sujeto, de este modo, todo el entorno
forma parte integral de una intención artística.
Los monumentos encierran el espíritu de un recuerdo, son piezas de arte que
traen a la mente el pasado o refrescan la vigencia de un acontecimiento. Obras
conmemorativas que se encuentran en un espacio público no solo para embellecer
sino que robustecen la memoria colectiva, son pausas obligadas a la reflexión
que representan una importante colección de patrimonio de todos los ciudadanos.
Si buscamos en el diccionario el término arte público encontraremos una
definición vaga e imprecisa, quizá porque el concepto se ha generalizado a
intervenciones artísticas donde el grafiti lleva la primacía, pero
generalizando la definición, son trabajos de arte en cualquier medio,
ejecutados con una intención específica de localización o para el dominio
público, generalmente exterior y accesible a todos, como el grafiti, que con su
versatilidad motiva a tratar temas sociales, políticos o decorativos, es una
experiencia visual con un conjunto de condiciones que no se observan
explícitamente, aplicado con espray, plantillas y brochados, con mensajes que
para su interpretación requiere de conocimiento, psicología de la comunicación
y la inclusión de un lenguaje heteróclito.
El arte público abusivo y descoordinado riñe con la armonía, se convierte
en contaminación visual, pasa desapercibido por el transeúnte, la
conglomeración de grafitis con su tipografía rebuscada, coloridos arrítmicos, técnicas
casuales, locaciones insólitas, clandestinas e inapropiadas, mimetizados en
espacios de apariencia rustica, o de manera irrespetuosa e irreverente en
edificios de construcciones significativas, pretendiendo más irritar que
impactar, impronta casual y no concertada, arte impuesto a un público impróvido,
así es el grafiti clandestino. Aspecto bastante diferente es el arte público
pensado, planeado y diseñado para el goce y disfrute de un público aludido, del
visitante a la ciudad, del pueblo, de la comarca. Es el arte con valor
intrínseco de calidad artística, con cualidades especiales de ejecución y
montaje, pensado inteligentemente para integrarse a un ambiente específico,
para actuar e interactuar con el público, el de motivar a una reflexión, una indagación
histórica o simplemente decorar, embellecer o lucir.
El arte público es el llamado para intervenir las plazas, calles, parques…
con objetos de naturaleza creativa, nos referimos a esculturas, murales e
intervenciones diseñadas especialmente para interactuar, confundirse,
mimetizarse y ser parte activa de una comunidad; es arte para mayorías, lo
puede realizar artistas, artesanos, admite un origen interdisciplinar plural en
que toman parte arquitectos, ingenieros, urbanistas, paisajistas, jardineros
etc.
En la década de los 80´s y comienzos de los 90´s el arte público comienza a
categorizarse a través de formulaciones críticas, obras insertas en un
emplazamiento social con gran contenido humano, es reclamando como un arte
comprometido con los lugares sobre bases de particularidad humana, su contenido
social y cultural, con dimensiones prácticas, sociales, psicológicas,
económicas, turísticas, etc. Donde el artista se comporta como experimentador,
informador, analista o activista. El arte se aparta un poco de los museos y
galerías, las esculturas olvidan los pedestales para involucrarse con su
público y se suceden creaciones que invitan al contacto, el artista plástico
afianza su poder creativo de comunicación y concepto en medios innovadores a través
de gran variedad de soportes como vallas, octavillas, rótulos, anuncios de
prensa; así como también performances, murales, monumentos, esculturas… con la
intencionalidad de fijar la atención de los ciudadanos en denuncias por
discriminaciones de raza, sexo, clase social, ideologías políticas,
inconformismo, protesta etc. O de afianzar conceptos de identidad,
idiosincrasia, religión, historia y patrimonio.
El arte público está obligado a dialogar con su instalación en cuanto el
espacio físico, sociocultural y cívico, es democrático cuando se requiera de
una aceptación generalizada; es la comunidad la legitimada para decidir que
arte instalar y en qué espacio público, de establecer la posibilidad de una
imagen colectiva, deseada, soñada o presentida.
El arte público inteligente, planeado, ordenado, ornamental; influencia el
aspecto arquitectónico, vivencial y armónico de un sitio, una plaza, un parque,
a toda la comunidad. El caso de Guatapé, “El pueblo de los zócalos”, es un
claro ejemplo de una intervención artística con tradición, colorido, novedad,
intervención, orden, lógica, historia,
planeación y concertación, que ratifica como el arte público ha logrado
darle identidad gráfica a un pueblo. Dichas intervenciones gozan de la
aceptación y admiración de propios y visitantes, donde los zócalos se
convierten en un recorrido artístico como un museo vivo. Una gran campaña de
años de tradición y arraigo hacen que los zócalos sea patrimonio tangible. Intervenciones
artísticas y concertadas realizadas con entusiasmo y compromiso comunitario que
conlleva a una intervención avanzada, pensada en el futuro cercano, en el
turismo de a pie, en el registro fotográfico, en un guión museográfico, en un
ornato adicional de calles empedradas o adoquinadas, jardines, faroles,
fachadas de colores vivaces, techos de tejas coloniales, y espacios que evocan
fantasía, arte, historia, tradición y heredad.
Arribar a Guatapé es
integrarse a un pueblo con magia, enmarcado por un cielo puro, diáfano, siempre
azul profundo, primaveral. Con calles de antaño que te transportan al
pretérito, una iglesia colonial refulgente de blancura como faro luminoso que
ilumina a los fieles devotos exaltando la religiosidad de parroquianos, la devoción y la fe. El parque central es amplio,
multifuncional, con una fuente refrescante que lanza al aire macropartículas
acuosas que impregnan el ambiente de frescura vivificante, el parque y su
jardín acoge a la familia, al amigo a los amantes y al visitante, en un abrazo
extendido de amenidad. Guatapé tiene un malecón que es vía obligada del turista,
marca el límite entre un pueblo encendido por el sol de oriente y las apacibles
aguas de una represa donairosa. Un pueblo que acoge al visitante con los brazos
abiertos y el corazón sincero, que lo despide cuando se va dejándole en el
equipaje una carga ponderada de recuerdos; queda al partir de Guatapé una
sensación agradable de paz interior, un deseo perenne de volver y admirar las
coloridas postales de su casas, paisajes, zócalos y represa que se imprimieron
en los recuerdos, en la retina, en la mente y en el corazón.
Los zócalos son obras maestras que ha transformado al pueblo en una gran
galería de arte, recorrer sus sendas es impregnar el alma de colores vibrantes,
es leer una historia de un pueblo que surgió de una fonda caminera, de arrieros
traga montañas, de hercúleos cargueros y
de empedernidos caminantes. Es sentir un cúmulo de sensaciones coloridas que se
adhirieron a la piel de un muro para transformarlo y protegerlo. Los zócalos son
también el contexto de un pueblo bicentenario que ha ratificado el sentido de
pertenencia de sus gentes. Es imán que embelesa y enamora.
Guatapé debe todo este concepto de identidad e idiosincrasia a un héroe,
todo este asombroso resultado reposa sobre los hombros de un ilustre personaje
de aire campesino, conocedor profundo de los quehaceres cotidianos, albañil por
tradición, artista del momento, artesano de profesión, recursivo, creativo,
innovador, romántico, bohemio y soñador; en fin, es el artífice de que Guatapé
tenga el reconocido mote de “El Pueblo de los Zócalos”, Él le ha transformado
la base de las paredes en una barrera protectora de las inclemencias llenas de
gracia y color; vivifico los frontis de las casas tradicionales, las nuevas
construcciones, edificaciones públicas y privadas, a todo un pueblo con su encanto.
Él es el Zocalero, tan autóctono como el mismo guatapense, quien con sus
manos de prodigio y su empeño inquebrantable elevó al pueblo al reconocimiento
mundial de comarca pintoresca, hermosa y altiva. Él con su don de gentes,
amable, atento y servicial logró sacarle al visitante una exclamación de
asombro, quien con su trabajo humilde, comprometido y perseverante logró un
sueño. Él con los más sencillos instrumentos, con la pasión con la que se debe
tomar toda empresa y con la satisfacción de realizar la misión encomendada, de
cumplir con su designio y a su gente, es héroe, artista y artesano, como se
quiera llamar, sinónimo de pujanza, visionario de un mañana, hermano del alma,
al fin y al cabo, guatapense de pura cepa.
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