martes, 3 de septiembre de 2013


LOS SILLETEROS DE JUNTAS.
Que interesante sería devolverme en el tiempo, sólo para admirar los fabulosos cargueros de los caminos de juntas. He leído en varios documentos las diferentes descripciones de aquellos que tenían como oficio llevar el peso de una carga que para otros sería inadmisible. Amante de la figura humana y de todas sus reales proporciones, como artista, me imagino a seres superdotados de musculo, fuerza y resistencia. Como, de una manera sumisa, cumplían con su misión de cargar fardos que en algunos casos doblando su propio peso. Dibujar sus rostros atormentados por el sol y las inclemencias, de mirada pasiva, adustos y a la vez tiernos, de hombros anchos, pectorales prominentes y gruesas piernas.  Dibujar, por ejemplo aquellos caminos descritos, que al parecer no eran caminos sino brechas intransitables, entre bosque y pantanos espesos, con animales peligrosos, plantas ponzoñosas, climas malsanos, lluvias torrenciales, alígeros riachuelos, riscos, abismos, rocas sueltas.  

Estas, las únicas vías de comunicación de entonces entre los poblados, fueron rutas de comercio, de colonización, de estudios naturales y científicos. En los caminos, como el de Juntas o Islitas a finales del siglo XIX, transitaba el comercio y la prosperidad de Antioquia.
( Viaje por la Nueva granada. Del médico francés Charles Saffray)
Desde la época de la colonia se trazaron los caminos que unían pueblos, la mayoría sobre los antiguos caminos indígenas. Posteriormente se adecúan nuevas rutas tanto para peatones como para bestias de carga. Siendo los caminos de la Gran Antioquia los más difíciles., debido a sus grandes montañas, las selvas milenarias y los ríos impetuosos.
Que bueno sería trasladarme en el tiempo al “El Sitio de Palagua” caserío español dedicada a la extracción y comercialización del oro. Desde allí, a mediados del siglo XVI, se emprendió un camino que atravesó a Antioquia hasta llegar al Valle de Aburra. Según Parsons. “el antiguo camino del Nare había sido la ruta más importante del comercio indígena que unía el rio  Magdalena con el interior de Antioquia, Aún antes de la llegada del hombre blanco”. La localidad de Palagua se inunda en aguas del Magdalena y la población ocupa el sitio indígena del Nare. El auge del comercio por el camino de juntas potencializó a Rio Negro como centro de actividades comerciales superando a Santa Fe de Antioquia. El auge del comercio hizo necesario crear las Bodegas del Nare precisamente donde confluyen el rio Nare, con el río Samaná Norte también conocido como Rio Verde, y desde allí parte el camino al interior con recuas de mulas y cargueros.
 Estas bodegas se convertían frecuentemente en el punto más importante de depósito de mercancías, destinadas al interior de Antioquia y el camino de Juntas se convirtió en el principal enlace de la provincia con el mundo exterior”
El término silletero viene de los cargueros de Juntas, corpulentos hombres que adecuaron sillas para llevar cómodamente a personas de influencia, a sus espaldas. Carl August Gosselman al llegar a Nare, describe que este es un puerto con gran cantidad de champanes cargados de tabaco o cacao, productos venidos por tierra en los antiguos caminos de juntas. Al referirse a los cargueros, escribe:
El camino por las montañas tenía grandes dificultades, por lo cual era complicado y prácticamente imposible transitar con mulas. Para ello se encuentran tipos que se dedican a cargar tanto a personas como mercancías por las alturas cordilleranas. Acostumbrados desde la niñez a cargar mercancías subiendo montañas, son capaces de llevar sobre sus hombros a personas como si fueran bultos de carga. Su fortaleza de soportar fardos de cerca de setenta kilos es largamente superada, ya que normalmente hacen reposar sobre sus hombros casi el doble de tal peso. 
Con tamaño lastre caminan entre cuatro y cinco días, casi sin descanso, desde la mañana hasta el atardecer, por caminos dificultosos de recorrer para cualquier otra persona, a la que le sería difícil sortear las trabas y obstáculos que ellos presentan. 
Debido a tal práctica, su cuerpo posee una complexión atlética, especialmente en la parte inferior, que se acerca mucho a una descripción de Hércules. La fuerza que poseen es fabulosa. 
Estos verdaderos habitantes de los montes componen una raza especial, harto separados del resto de la población, no solo en lo referente a su aspecto moral sino al físico. 
Poseen una piel clara, de un amarillo sucio, producto del clima que deben soportar y de la falta de mezcla de su sangre con la de los negros. En sus rostros, un tanto alargados, los rasgos son muy expresivos y muestran un aire de bondad y melancolía que contrasta con el orgullo porfiado de los nativos. Creo que en pasajes posteriores, a medida que les vaya conociendo más, estaré en condiciones de dar una mejor imagen de estos personajes”… 
La magia del arte esta en crear y recrear. Estos héroes venidos de Guatapé y de El Peñol seguirán maravillándonos con sus hazañas. Sólo queda rendirles el merecido homenaje a través del arte, el lápiz, el color y las letras. El mantener viva la memoria recreando a estos personajes en eventos, fiestas y certámenes, como los inicialistas del gran poderío comercial, emprendedor y progresista del Oriente y de los antioqueños.
Att. Carlos Osorio

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