LOS SILLETEROS DE JUNTAS.
Que
interesante sería devolverme en el tiempo, sólo para admirar los fabulosos
cargueros de los caminos de juntas. He leído en varios documentos las
diferentes descripciones de aquellos que tenían como oficio llevar el peso de
una carga que para otros sería inadmisible. Amante de la figura humana y de
todas sus reales proporciones, como artista, me imagino a seres superdotados de
musculo, fuerza y resistencia. Como, de una manera sumisa, cumplían con su
misión de cargar fardos que en algunos casos doblando su propio peso. Dibujar
sus rostros atormentados por el sol y las inclemencias, de mirada pasiva,
adustos y a la vez tiernos, de hombros anchos, pectorales prominentes y gruesas
piernas. Dibujar, por ejemplo aquellos
caminos descritos, que al parecer no eran caminos sino brechas intransitables,
entre bosque y pantanos espesos, con animales peligrosos, plantas ponzoñosas,
climas malsanos, lluvias torrenciales, alígeros riachuelos, riscos, abismos, rocas
sueltas.
Estas,
las únicas vías de comunicación de entonces entre los poblados, fueron rutas de
comercio, de colonización, de estudios naturales y científicos. En los caminos,
como el de Juntas o Islitas a finales del siglo XIX, transitaba el comercio y
la prosperidad de Antioquia.
( Viaje por la Nueva granada. Del médico francés Charles
Saffray)
Desde
la época de la colonia se trazaron los caminos que unían pueblos, la mayoría
sobre los antiguos caminos indígenas. Posteriormente se adecúan nuevas rutas
tanto para peatones como para bestias de carga. Siendo los caminos de la Gran
Antioquia los más difíciles., debido a sus grandes montañas, las selvas
milenarias y los ríos impetuosos.
Que
bueno sería trasladarme en el tiempo al “El Sitio de Palagua” caserío español
dedicada a la extracción y comercialización del oro. Desde allí, a mediados del
siglo XVI, se emprendió un camino que atravesó a Antioquia hasta llegar al
Valle de Aburra. Según Parsons. “el
antiguo camino del Nare había sido la ruta más importante del comercio indígena
que unía el rio Magdalena con el
interior de Antioquia, Aún antes de la llegada del hombre blanco”. La
localidad de Palagua se inunda en aguas del Magdalena y la población ocupa el
sitio indígena del Nare. El auge del comercio por el camino de juntas
potencializó a Rio Negro como centro de actividades comerciales superando a
Santa Fe de Antioquia. El auge del comercio hizo necesario crear las Bodegas
del Nare precisamente donde confluyen el rio Nare, con el río Samaná Norte
también conocido como Rio Verde, y desde allí parte el camino al interior con
recuas de mulas y cargueros.
“Estas
bodegas se convertían frecuentemente en el punto más importante de depósito de
mercancías, destinadas al interior de Antioquia y el camino de Juntas se
convirtió en el principal enlace de la provincia con el mundo exterior”
El término silletero viene de los cargueros de Juntas, corpulentos
hombres que adecuaron sillas para llevar cómodamente a personas de influencia,
a sus espaldas. Carl August Gosselman al llegar a Nare, describe que este es un
puerto con gran cantidad de champanes cargados de tabaco o cacao, productos
venidos por tierra en los antiguos caminos de juntas. Al referirse a los
cargueros, escribe:
“El camino por las montañas tenía
grandes dificultades, por lo cual era complicado y prácticamente imposible
transitar con mulas. Para ello se encuentran tipos que se dedican a cargar
tanto a personas como mercancías por las alturas cordilleranas. Acostumbrados
desde la niñez a cargar mercancías subiendo montañas, son capaces de llevar
sobre sus hombros a personas como si fueran bultos de carga. Su fortaleza de
soportar fardos de cerca de setenta kilos es largamente superada, ya que
normalmente hacen reposar sobre sus hombros casi el doble de tal peso.
Con tamaño lastre caminan entre cuatro y
cinco días, casi sin descanso, desde la mañana hasta el atardecer, por caminos
dificultosos de recorrer para cualquier otra persona, a la que le sería difícil
sortear las trabas y obstáculos que ellos presentan.
Debido a tal práctica, su cuerpo posee una
complexión atlética, especialmente en la parte inferior, que se acerca mucho a
una descripción de Hércules. La fuerza que poseen es fabulosa.
Estos verdaderos habitantes de los montes
componen una raza especial, harto separados del resto de la población, no solo
en lo referente a su aspecto moral sino al físico.
Poseen una piel clara, de un amarillo
sucio, producto del clima que deben soportar y de la falta de mezcla de su
sangre con la de los negros. En sus rostros, un tanto alargados, los rasgos son
muy expresivos y muestran un aire de bondad y melancolía que contrasta con el
orgullo porfiado de los nativos. Creo que en pasajes posteriores, a medida que
les vaya conociendo más, estaré en condiciones de dar una mejor imagen de estos
personajes”…
La magia del arte esta en crear y recrear. Estos héroes venidos de
Guatapé y de El Peñol seguirán maravillándonos con sus hazañas. Sólo queda
rendirles el merecido homenaje a través del arte, el lápiz, el color y las
letras. El mantener viva la memoria recreando a estos personajes en eventos,
fiestas y certámenes, como los inicialistas del gran poderío comercial, emprendedor
y progresista del Oriente y de los antioqueños.
Att. Carlos Osorio
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