Un artista…
Un ser de presencia
metafísica… aquel que no vasta con serlo, ni decirlo, ni pensarlo. Aquel señalado por quienes lo rodean como
artista, a quien una especie de orden divino lo tocó para hacer realidad la
creación y las razones que la influyen. Son formadores de opinión, creadores de
la fantasía, plasman las realidades de
los sueños. Una vez que el individuo
logra ejercer arte, aunque de un modo mínimo, se deberá a la sociedad, pasara
de vago a bohemio, de haragán a pensador, de perezoso a soñador y de inadaptado
a crítico rebelde.
Un artista es una persona que
construyen su propio mito. Está inmerso en todo sitio donde se respira arte. Alguien
que desfila entre exposiciones ajenas. Que vive las 24 horas respondiendo a
toda inquisición. Que está dedicado a darse satisfacciones que se convierten en
asombro para los semejantes. Aquel que ha vivido una niñez triste, una
adolescencia taciturna, momentos de depresión, desengaños, y hasta algún
intento de suicidio para que al fin, fortalecido su espíritu, sea espadachín
precoz ante las intemperancias de la vida.
Es un hombre llamado a sentir
hambre, decidido a hacerse al mundo con una fortuna debajo el brazo acompasado
con el ruido en su vientre y una manta roída, atada a la rama de un árbol seco
como único techo.
Es un hombre que llama a las
musas, busca influencias, se aparta de las realidades… está siempre inmerso en
la música para habilitar los sentidos, del teatro para interpretar la vida, del
vino para embriagarse de ilusiones, mientras el mundo gira con sus
malevolencias. Y en medio de las
convulsiones fatídicas surge el artista queriendo cambiar el mundo con
denuncias, mientras los injustos lo consumen en pedazos.
Un artista es alguien con
carisma, glamour y actitud. Es un coleccionista de cosas inútiles a las que les
da vida. Devorador de películas viejas, de películas nuevas, música, libros,
pinturas, fotografías y poemas. De sueños imposibles, conversaciones deleitables,
arquitecturas absurdas, puentes delebles, señales de tránsito, árboles
decadentes, nubes grises, luces sin sombras. De todas aquellas cosas que le
hablen directamente al alma.
El artista busca inspiración
en el escritor, en otros artistas, en activistas, filósofos, en gente del
común. A ellos les roba la escancia y la transforma en obra. De ellos aprende
la selección natural y la evolución de la especie, la razón de ser y de estar.
Roba lo más genial de los artistas muertos y aprende de ellos sus planes de
trabajo, su innegable legado.
Un artista es un faro de la
libertad, una persona capaz de convertir la insignificancia en un objeto
mágico. La desventura, la imbecilidad y
la basura en un manto luminoso. Es quien padece día y noche de una enfermedad delirante.
Es quien saborea el futuro incierto,
huele la inmensidad, Palpa la soledad. Mira, mira y mira mientras el mundo se
enceguece de ambición.
Un artista es quien escucha
el canto del viento, el sollozo del manantial, el grito del sol, el silencio de
la luna. Es quien desafía a la razón, a la época, a la muerte. Es quien
acaricia a la mujer como si fuera lienzo o pincel, palpa sus formas como si
fuera escultura y se adentran en ellas como si fuera espíritu.
Un artista es quien acaricia
armas como si fueran tubos de colores, los tubos de colores como si fueran aves
multicolores, Pinta un basural como si fuera un cielo estrellado. Vive como un
príncipe siendo un plebeyo, Se juega la vida en cada pincelada mientras cubre
su cabeza de azul ultramar. Es quien se
juzga ante un lienzo en blanco para mancharlo de pecados luminosos. Es quien
escogió una profesión suicida, porque es
difícil vivir del arte, y fácil morir de hambre.
Un artista es un ser que
decidió tomar un camino que lo conduce a ninguna parte, a un caminar interminable
por el sendero de lo eterno y que siempre tiene la ilusión de llegar al
horizonte esquivo del universo.
Att. CARLOS OSORIO
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