martes, 9 de septiembre de 2014


LLUVIA DORADA

Tomar un libro es abrazar al mundo. Abrirlo es darle paso al conocimiento. Alguien te habla con voz de sabiduría o te lleva a emprender un viaje a tierras desconocidas donde reina la fantasía. Allí las aves hablan con su lenguaje musical, las tortugas veloces vuelan de planeta en planeta, mientras dragones y ogros se alistan para someter al imperio de la reina luna, y un héroe con armadura dorada defiende a la doncella con su rayo de sol.

Abres un libro y es como si te hablara el escritor en prosa o en poesía, de sus pasiones, satisfacciones, melancolías. Aventuras, amores y desventuras. El libro ha de hacerlo tuyo. Pálpalo, míralo, púlsalo, analízalo, huélelo, hojéalo, analízalo y léelo. Tal como lo hace el escritor con cada libro nuevo. Después de haberlo leído de principio a fin, legarás la mejor lectura a la posteridad como relevo existencial de su presencia.
Cada que abres un libro emprendes un camino de placeres, peregrinaje y acción en el mundo. El te lleva de la mano a la búsqueda de la luz, luminiscencia divina. Te da una extensión de la conciencia, monomanía positiva.

Tómalo, léelo , alguien nos dijo, un día delegaremos nuestro asombro, nuestra colecta, nuestra poesía sempiterna. Todos, lectores y creadores, recreadores, soñadores, poetas, locos, daremos el mejor regalos a los hijos del mañana, les diremos que hemos vivido en un mundo de eterna luz que emana de un libro. 


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