martes, 9 de septiembre de 2014


CUATRO ELEMENTOS

Aire, tierra, fuego, agua. Elementos vitales que lo son todo, es uno.

Aire que se disipa etéreo por cada rincón con su carga de vida. Aire que se adentra al pulmón con sus contenidos vitales, brindándose a los cuerpos con ansias de existencia.

Tierra que es base, sustento y soporte, de ella surge la flora transformadora del paisaje con aromas vegetales y frutos maduros, y después de maravillar, de darse a los seres, de purificar las excrecencias, vuelve a ser tierra para reactivar el círculo.

Fuego transformador con su energía de incandescencia que todo lo consume, desgarra las entrañas para sacar el espíritu esencial y lo que queda en renegrido residuo lo lleva a sus comienzos. Lo tangible lo vuelve etéreo, bulle la luz en su interior, transforma la materia en ceniza y vapores y todo es energía calórica que impone designios.

Agua, torrente cristalino de vida, humedad que está presente en cada ser, vida líquida que corre por las venas de los cuerpos y de las montañas en torrentes aligerados para verter paz al gran lago. Vapores de agua que persiguen al sol para después caer en gotas viajeras y nuevamente emprender otro viaje.


Elementos para el hombre: piedra, tierra, agua, fuego, mar que se disponen para que el hombre lo transforme, o para someterlo en implacables tormentos.  


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