CUATRO ELEMENTOS
Aire, tierra, fuego, agua. Elementos vitales que lo son
todo, es uno.
Aire que se disipa etéreo por cada rincón con su carga de
vida. Aire que se adentra al pulmón con sus contenidos vitales, brindándose a
los cuerpos con ansias de existencia.
Tierra que es base, sustento y soporte, de ella surge la
flora transformadora del paisaje con aromas vegetales y frutos maduros, y
después de maravillar, de darse a los seres, de purificar las excrecencias,
vuelve a ser tierra para reactivar el círculo.
Fuego transformador con su energía de incandescencia que
todo lo consume, desgarra las entrañas para sacar el espíritu esencial y lo que
queda en renegrido residuo lo lleva a sus comienzos. Lo tangible lo vuelve
etéreo, bulle la luz en su interior, transforma la materia en ceniza y vapores
y todo es energía calórica que impone designios.
Agua, torrente cristalino de vida, humedad que está presente
en cada ser, vida líquida que corre por las venas de los cuerpos y de las
montañas en torrentes aligerados para verter paz al gran lago. Vapores de agua
que persiguen al sol para después caer en gotas viajeras y nuevamente emprender
otro viaje.
Elementos para el hombre: piedra, tierra, agua,
fuego, mar que se disponen para que el hombre lo transforme, o para someterlo
en implacables tormentos.
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