lunes, 2 de marzo de 2015


LA INTERPRETACIÓN DE UNA OBRA DE ARTE

Al posarnos frente a una obra de arte nos preparamos para una experiencia gratificante, ante nuestros ojos se dispone lo creado por el artista con sus intenciones de concepto, técnica y temática. Obra de arte que nos invita a leerla e interpretarla. Una acción a la que debemos estar preparados consiente e intelectualmente.  El artista ha incluido en su obra todo un bagaje de experiencia y conocimiento, somete su creación a los más variados conceptos e interpretaciones, así como los factores de la critica; en ella está intrinco sus cualidades de artista: técnica, composición, tendencia, temática, signos y símbolos. El espectador, simplemente, hace usos de sus conocimientos sobre arte, une todos los conceptos artísticos que posee y lee e interpreta la obra de arte que se dispone a su vista. Así, este ejercicio se torna subjetivo, y puede diferir con el concepto del artista que lo creó.

 Álegoría de libertad. óleo. Carlos Osorio

Al asistir a una exposición bien sea colectiva o individual, la obra se somete a tres conceptos de interpretación, el primero es el general, emitido especialmente por el galerista o ente expositor quien realiza una presentación del artista, de las obras expuestas y de la intencionalidad de evento. En esta parte, el público asistente se forma una idea concreta que lo ilustra sobre la obra o el conjunto de obras que se disponen para su disfrute o interpretación. El segundo factor es la presentación del artista; él, con sus argumentos, expone a los asistentes la intencionalidad de su trabajo artístico, en esta parte existe una compenetración de el artista con su público, quien se familiariza con la personalidad y cualidades del creador, trayectoria, y en muchas ocasiones se suscitan preguntas e intervenciones que aclaran tópicos diferentes. El tercer factor es la contemplación de la obra, generalmente se hace individual, cada persona recorre la sala y aprecia cada una de las obras según su sensibilidad y conocimiento. Aquí se mide el grado de interés sobre la exposición, momento que es aprovechado por el artista y el galerista para medir el efecto y la causa de cada obra y de la colección en general, el tiempo en un termómetro cabal, donde los espectadores manifiestan intuitivos el efecto esperado. Casi sin premeditarlo, los espectadores se reúnen en pequeñas conversas, se comparten conceptos y apreciaciones diferentes y el evento se transforma en una tertulia familiar, los asistentes impregnan su ser de arte, el aire que se respira vitaliza nuestro espíritu con luz, color y textura. Cambia nuestra apreciación sobre el mundo y el entorno, valoramos el poder creativo del hombre que a través del arte logra expresar lo que le dicta su espíritu, ratifica el poder cultural que conlleva asistir a una exposición de arte, donde cada quien se nutre de conocimiento, cultura y sentimiento.

El complejo proceso creativo de una obra de arte implica un trabajo previo donde se pone a prueba el talento del artista, sus cualidades técnicas, maestría, personalidad y objetivos. Una obra de arte, apunta realmente a la representación tangible de lo intangible; es un mundo inspirado en la naturaleza, la poesía y el sentimiento, plasmado en diferentes materiales y sobre los soportes más diversos. Es una obra humana que expresa simbólicamente un aspecto de la realidad revestida de significados; un juego de la forma que produce estética y transformación.  Todo converge en el símbolo y en el signo de la obra, su lenguaje. El término símbolo aplica a una figura que, de acuerdo a la intención del autor, evoca una idea o una realidad espiritual.  El término símbolo se refiere a la alegoría, al lenguaje o a la interpretación conceptual. Identificar en una obra de arte estos dos conceptos implica un conocimiento profundo sobre el artista y su obra, no es una norma estricta, la obra está especialmente creada para el disfrute libre y espontáneo del espectador;  para una interpretación personal; para motivar, conmover, ilustrar, inspirar, sensibilizar y aportar conocimiento.

La obra de arte no puede ser identificada solamente con el estado psíquico de su autor, ni de los diferentes estados psíquicos suscitados por ella en los sujetos receptores; la obra de arte está obligada a mediar entre su autor y la colectividad. Inicialmente el artista pinta para sí, complace sus sentidos, enaltece su alma y busca constantemente la musa inspiradora aportante a su obra; después, la obra se desprende del artista materialmente, nunca espiritual; y se enfrenta al mundo con todas sus cualidades, dedicada a hablar bien de su creador.

Cuando el arte se dedica a representar los fenómenos sociales como filosofía, política, religión, economía; adquiere un valor documental que trata la realidad sensible. El arte es capaz, más que cualquier otro fenómeno social, de caracterizar y representar “la época”,  por esta razón la historia del arte se confunde con la historia de la cultura.  Es comunicación evidente, referencia histórica, documento, ilustración de un suceso; por tal motivo, las obras de arte deben estar en las manos apropiadas de los poseedores que exaltarán sus intenciones de la manera efectiva. La obra de arte finalmente llega a los museos, a los críticos,  a los marchantes y a coleccionistas; se convierten en identidad colectiva, arte para las masas; un bien común que le pertenece a la comunidad, arte para una sociedad dedicada a su conservación, difusión, apropiación y participación en su historia e identidad.

EL PEÑOL ENTRE EL DOLOR Y LA ESPERANZA

El artista se debe a su lugar de trabajo, todo el entorno inspira; el paisaje, las gentes, los hechos, la historia y los procesos culturales motivan, y más, cuando el artista ha logrado estatus y reconocimiento en la comunidad, sus creaciones son admiradas, interpretadas y consideradas como patrimonio. Influye además, ese ambiente familiar que rodea al artista, el contacto directo con la colectividad para juntos crear mundos ideales que se convierten en mensajes cotidianos. El artista interviene con sus sensibilidad a tomar acciones y directrices importantes en cultura, identidad y patrimonio; anuncia, denuncia, exalta, promueve, motiva, enseña y comparte. Poco a poco, la comunidad convierte al artista en alguien útil y necesario; retribuir tantos asentimientos es también misión del artista, quien se ve comprometido a compartir sus experiencias y conocimientos a las nuevas generaciones, a todos los integrantes sociales de manera altruista y sincera, a trabajar denodadamente por hacer su labor representativa, con identidad; a convertirse en embajador cultural de su terruño para exaltar las cualidades propias de la comunidad.


Al ser comisionado para ejecutar una obra homenaje para las víctimas del conflicto, me hace sentir alagado, y a la vez comprometido para realizar una producción magistral, dar al proyecto todo mi potencial y trabajar por una causa, que además de significativa, va a ser trascendente en mi vida profesional, va a cumplir los objetivos propuestos, va a aportar a la comunidad víctima un poco de alivio corpóreo y espiritual, invitándolos a la recordación, a la reflexión y a la toma de directrices enfocados a vivir sin apetencias de conflicto, siempre anhelando la paz, enfocados al progreso, la convivencia y la armonía entre el hombre y la naturaleza.

La propuesta, después de algunas secciones de grupo, de escuchar los diferentes sentires y de analizar las opiniones, define la creación de un políptico. Obras individuales inspiradas en los hechos, no como una interpretación textual de los factores del conflicto, si, obras que inviten, mediante su contemplación, a la recordación, la reflexión, y al benignidad. Un políptico con la facilidad de ser transportado y exhibido en otros espacios, inclusive en lugares donde el arte no ha tenido presencia, donde su influencia motive y emocione. Implica igualmente una apropiación de las víctimas, serán ellas las personas comisionadas para interpretar sus sentires inspirados en las obras; todo coordinado desde EL MUSEO HISTÓRICO DE EL PEÑOL nominado como su albacea. Obras consideradas como patrimonio, donde toda la comunidad se sienta poseedora; donde, a través del arte se muestre un aspecto del municipio tan cruento como real, pero motivado con luz y color a la sensibilidad del hombre.

Pintar es un gran reto para el artista, un don que implica bastos conocimientos en técnica y composición. Al frente, inmaculado de cualquier pincelada o trazo, se encuentra dispuesto a recibir color el lienzo a intervenir; como un papel en blanco para el escritor, como el diagrama sin notas musicales para un intérprete, como un cielo diáfano sin impertinentes nubes; así se muestra el área para el artista. Generalmente el lienzo está dispuesto y pintado de blanco, el artista llama a su musa;  dependiendo de las intenciones conceptuales, esa área se reduce al espacio que adquiere grafía en la mente y en el espíritu del artista; donde la pintura se hace realidad como quimera ideal; las figuras adquieren el movimiento deseado, la composición ofrece la lectura perfecta, los elementos se disponen en su orden y la luz ilumina las formas estableciendo contraste, texturas y profundidades de campo. En mi caso, particularmente, prefiero bocetar en lápices, tintas y acuarelas el trabajo previo para su estudio, en muchos casos requiero de varios intentos, cuando creo que he logrado lo deseado, me enfrento al lienzo con la seguridad de los óptimos resultados.




Políptico “El Pueblo Fenix”  Carlos Osorio. 2014.   http://www.museohistoricoelpenol.com/

Procedo entonces a realizar los bocetos previos, trabajos que son sometidos a comedimiento por los aludidos al tema, y se define la producción de 17 obras, ejecutadas al óleo sobre lienzo, con diferentes formatos con el fin de poder realizar exposiciones dinámicas y siempre diferentes.

El concepto políptico viene del griego polu- “muchos” mas ptyché- “Doblar”, razón por la que las obras en políptico implicaban antiguamente estar unidas desplegándose para su exhibición. Es un término de la historiografía del arte para designar a una pintura dividida en múltiples secciones o paneles. El número de paneles determina su nominación específica: “Díptico” corresponde a dos paneles; “Tríptico”, tres paneles, y en otras denominaciones “Quadríptico”, “Pentáptico”, “Hexáptico”, “Heptático”; “Pentaptico”, “Hexáptico”,. Etc.  Las obras deben tener una relación que las una, puede ser por tema, por técnica o por concepto: argumento propio de la obra y del artista.

Habitualmente el políptico se compone partiendo de un panel central, una obra que por sus cualidades se denomina protagonista y que contiene el concepto general o parta de ella la lectura. A su lado, o secuencialmente, están los paneles laterales que implican el apoyo o continuidad de la obra hasta una lectura completa. Por estas cualidades se puede presentar en forma total o parcial, distribuirse en diferentes espacios, copar una galería de arte, una plazoleta, un sitio adecuado. Buscando siempre ser armónica con el espacio y que ofrezca la lectura deseada. Pero al fin, la obra debe estar siempre dispuesta y exhibida en un sitio determinado reconocido como “SALÓN DE LA MEMORIA”.

El concepto de artista difiere al concepto de espectador, precisamente porque al momento de su creación el artista usa sus apreciaciones propias, su metodología constructiva y precisa un fin propuesto. El espectador interpreta la obra según sus apreciaciones personales, conocimientos artísticos y la involucración con el tema. Se adquiere de esta manera, las múltiples lecturas que puedan tener una obra de arte; que sumadas deben coincidir con el concepto general. Las observaciones objetivas y subjetivas aportan interés a la obra, la que paulatinamente se va involucrando a la vida cotidiana y la comunidad empieza a sentir cierta apropiación patrimonial con ella; en ese momento, la obra adquiere importancia y valor; y el artista considera su misión cumplida.

EL PUEBLO FENIX

Arribar a El Peñol desde Medellín es sentir una grata experiencia paisajística precedida por campiñas multicolor semejante a una inmensa colcha de retazos; son los sembrados de hortalizas extendidos por las montañas y los valles, demostrando la vocación agrícola de Los Peñolenses. Al llegar a el área urbana una hermosa dama alada, desnuda y levitando parece recibir a los propios y visitantes con los brazos abiertos. Es la obra escultórica en bronce del artista Mario Hernández, una Fénix que simboliza el renacimiento de un pueblo.

El Peñol toma a la Fénix como símbolo, el mito del ave Fénix que alimentó doctrinas y concepciones religiosas del continuo renacer, de la vida eterna, pues el Fénix muere para renacer gloriosa de entre sus cenizas. Según el mito, La Fénix poseía dones maravillosos, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas.  Llamada Bennu en el Antiguo Egipto, asociada a las crecidas del Nilo, el que después de las sequías se reponía fértil y productivo.; también de la purificación y la inmortalidad. Probablemente, la leyenda del Fénix pasó a la tradición grecorromana a través del historiador Herodoto (484 – 425 a.C) quien cuenta en sus historias que viajó a Egipto y también conoció a los sacerdotes de Heliópolis.

El ave Fénix, es el símbolo de identidad de El Peñol, es una hermosa joven que se presenta con toda su pureza virginal, emprendiendo el vuelo al infinito, con las alas explayadas. Su silueta la enmarca el cielo azul, puro y celestial que tiene como techo sempiterno el pueblo de El Peñol. En esta versión, La Fénix no emerge de sus cenizas, ella surge de las aguas, recordando que el pueblo renace después de perder su historia, identidad, tradiciones, vocaciones y territorio cuando las aguas implacables de una represa se tragaba al Viejo Peñol inmisericordemente.

La comunidad se ha apropiado tanto del símbolo como de su significado, cada uno de sus habitantes se identifica con su Fénix, renace constantemente y busca siempre surgir victorioso de los estupores del destino. Asume que cada hecho nefasto sucede para surgir de nuevo con ímpetus gloriosos. Que la vida es una continua lucha de pérdida y ganancia y que es el aliciente para insistir y resistir los avatares del destino. La Fénix es además símbolo de pureza, su cuerpo virginal permanece siempre puro, inmaculado, es la representación divina que solo se otorga a los puros de corazón, sentimiento y cuerpo.

Asociamos a La Fénix con el sentir de una comunidad que ha sufrido las inclemencias de la guerra y que ahora resurge con los designios propios de vivir en paz , en armonía y en comunidad, resurgiendo del horror, la maldad y la ignominia que trajo el conflicto, para vivir una nueva época con todas sus cualidades de progreso, bienestar, amor y comprensión. Se siente el aleteo vivificante de la Fénix en la suave brisa que viene de la montaña, de sus bosques y de la inmensa represa que pierde sus límites en la lejanía.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

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Un artista…

Un ser de presencia metafísica… aquel que no vasta con serlo, ni decirlo, ni pensarlo.   Aquel señalado por quienes lo rodean como artista, a quien una especie de orden divino lo tocó para hacer realidad la creación y las razones que la influyen. Son formadores de opinión, creadores de la fantasía,  plasman las realidades de los sueños.  Una vez que el individuo logra ejercer arte, aunque de un modo mínimo, se deberá a la sociedad, pasara de vago a bohemio, de haragán a pensador, de perezoso a soñador y de inadaptado a crítico rebelde.

Un artista es una persona que construyen su propio mito. Está inmerso en todo sitio donde se respira arte. Alguien que desfila entre exposiciones ajenas. Que vive las 24 horas respondiendo a toda inquisición. Que está dedicado a darse satisfacciones que se convierten en asombro para los semejantes. Aquel que ha vivido una niñez triste, una adolescencia taciturna, momentos de depresión, desengaños, y hasta algún intento de suicidio para que al fin, fortalecido su espíritu, sea espadachín precoz ante las intemperancias de la vida.

Es un hombre llamado a sentir hambre, decidido a hacerse al mundo con una fortuna debajo el brazo acompasado con el ruido en su vientre y una manta roída, atada a la rama de un árbol seco como único techo.

Es un hombre que llama a las musas, busca influencias, se aparta de las realidades… está siempre inmerso en la música para habilitar los sentidos, del teatro para interpretar la vida, del vino para embriagarse de ilusiones, mientras el mundo gira con sus malevolencias.  Y en medio de las convulsiones fatídicas surge el artista queriendo cambiar el mundo con denuncias, mientras los injustos lo consumen en pedazos.
Un artista es alguien con carisma, glamour y actitud. Es un coleccionista de cosas inútiles a las que les da vida. Devorador de películas viejas, de películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías y poemas. De sueños imposibles, conversaciones deleitables, arquitecturas absurdas, puentes delebles, señales de tránsito, árboles decadentes, nubes grises, luces sin sombras. De todas aquellas cosas que le hablen directamente al alma.

El artista busca inspiración en el escritor, en otros artistas, en activistas, filósofos, en gente del común. A ellos les roba la escancia y la transforma en obra. De ellos aprende la selección natural y la evolución de la especie, la razón de ser y de estar. Roba lo más genial de los artistas muertos y aprende de ellos sus planes de trabajo, su innegable legado.

Un artista es un faro de la libertad, una persona capaz de convertir la insignificancia en un objeto mágico.  La desventura, la imbecilidad y la basura en un manto luminoso. Es quien padece día y noche de una enfermedad delirante.  Es quien saborea el futuro incierto, huele la inmensidad, Palpa la soledad. Mira, mira y mira mientras el mundo se enceguece de ambición.

Un artista es quien escucha el canto del viento, el sollozo del manantial, el grito del sol, el silencio de la luna.  Es quien desafía  a la razón, a la época, a la muerte. Es quien acaricia a la mujer como si fuera lienzo o pincel, palpa sus formas como si fuera escultura y se adentran en ellas como si fuera espíritu.

Un artista es quien acaricia los colores como si fueran armas, los tubos de colores como si fueran aves multicolores, Pinta un basural como si fuera un cielo estrellado. Vive como un príncipe siendo un plebeyo, Se juega la vida en cada pincelada mientras cubre su cabeza de azul ultramar.  Es quien se juzga ante un lienzo en blanco para mancharlo de pecados luminosos. Es quien escogió una profesión suicida,  porque es difícil vivir del arte, y fácil morir de hambre.

Un artista es un ser que decidió tomar un camino que lo conduce a ninguna parte, a un caminar interminable por el sendero de lo eterno y que siempre tiene la ilusión de llegar al horizonte esquivo del universo.

Att. CARLOS OSORIO

lunes, 13 de octubre de 2014





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PUEBLO NUEVO

Dejar huella es la misión del artista, maravillar es el medio. Grato es transitar por el camino de la vida dejando rastros profundos y memorables. El arte, en todas sus manifestaciones, es sin duda alguna la impronta más duradera. 

Trabajar para dejar a la comunidad y a las futuras generaciones algo del artista, obras que están realizadas para la apropiación y el disfrute. Homenaje a un pueblo que abrió sus puertas para que entrara la inspiración, y que más retribución a tan especial trato, que pintar para ellos.
Obras realizadas también como aporte a la historia y a la cultura de un pueblo que crece raudo sustentado en los sus cimientos de una larga e inquietante historia escrita en 300 años de vida municipal. He aquí un pequeño compendio de su grandeza, una pincelada a la gran obra que expone su estirpe, una palabra que busca eco entre tantos clamores, y cánticos en coro  que enaltecen su gloria. 

PUEBLO NUEVO es luz, brillo y color de la cotidianidad de un municipio que late vigoroso, siempre avante y victorioso a pesar de las adversidades. Energía vital que rever vera en cada corazón de el peñolense. Cada acuarela constituye una reseña viva de los momentos más representativos en la vida cotidiana; sus paisajes, su gente, la arquitectura, la identidad. El color que se integra al papel, evidencia características definidas de los campesinos héroes y protagonistas.  

Con el poder divino otorgado he recogido a pincel y pluma mis profundos sentimientos de admiración por el pueblo roca. He expresando mediante la precisa técnica de la acuarela sus realidades, me he dejado llevar por las líneas de un dibujo purista capturando instantes que se esfuman en el tiempo.   El color y las letras se fusionan en acuosos pigmentos hasta interpretar lo que se me brinda con generosidad: cascadas, ríos, fuentes, cultivos, horizontes, sonrisas, labranzas, casas, construcciones, idearios. Poco a poco, las metas se cumplen y al fin, el resultado esperando para colmar las expectativas y mis sueños.

Esta tarea que se me ha dado, la de expresar mi obra sobre el territorio de El Peñol, los aspectos hermosos relacionados no solamente con su arquitectura sino con la naturaleza generosa y colorida que la rodea, la de intercambiar ideas, historias y conceptos con sus gentes, la de descubrir que El Peñol es un municipio hermoso, polifacético, colorido y señorial. Que existe un clamor generalizado por luchar, trabajar, insistir, para que los ideales se cumplan. Solo espero que esta obra cumpla su objetivo, el de inculcar en todos los peñolenses sentido de pertenencia y amor por su terruño.

martes, 9 de septiembre de 2014


LLUVIA DORADA

Tomar un libro es abrazar al mundo. Abrirlo es darle paso al conocimiento. Alguien te habla con voz de sabiduría o te lleva a emprender un viaje a tierras desconocidas donde reina la fantasía. Allí las aves hablan con su lenguaje musical, las tortugas veloces vuelan de planeta en planeta, mientras dragones y ogros se alistan para someter al imperio de la reina luna, y un héroe con armadura dorada defiende a la doncella con su rayo de sol.

Abres un libro y es como si te hablara el escritor en prosa o en poesía, de sus pasiones, satisfacciones, melancolías. Aventuras, amores y desventuras. El libro ha de hacerlo tuyo. Pálpalo, míralo, púlsalo, analízalo, huélelo, hojéalo, analízalo y léelo. Tal como lo hace el escritor con cada libro nuevo. Después de haberlo leído de principio a fin, legarás la mejor lectura a la posteridad como relevo existencial de su presencia.
Cada que abres un libro emprendes un camino de placeres, peregrinaje y acción en el mundo. El te lleva de la mano a la búsqueda de la luz, luminiscencia divina. Te da una extensión de la conciencia, monomanía positiva.

Tómalo, léelo , alguien nos dijo, un día delegaremos nuestro asombro, nuestra colecta, nuestra poesía sempiterna. Todos, lectores y creadores, recreadores, soñadores, poetas, locos, daremos el mejor regalos a los hijos del mañana, les diremos que hemos vivido en un mundo de eterna luz que emana de un libro. 



EL CAMINANTE

Caminante. Dialogas con las hojas secas, el pantano húmedo, las rocas sempiternas, las flores silvestres, los frutos maduros, el aire puro, la tranquera; el campesino. Preguntas por la historia de los caminos tratando de descubrir sus secretos, pasos de otros caminantes, puntos de partida y de llegada. Investigas para atrapar sus memorias en una única imagen del tiempo y ser parte de ellas para así fundirse, mimetizarse e involucrarse. Paisaje que persigues con ansias pretendiendo ser parte de él, buscando desaparecer o fundirse si es posible.

Caminos que se leen en textos impresos en la roca, historias que invitan a ser auscultadas en profundos socavones, erosiones a causa del casco de las mulas que se entierran con fuerza en la tez del monte, músculos tensos de hombres y bestias, cargas que laceran la espalda, que tallan hasta destrozar la piel y descubrir la carne, sudor que es sangre, mirada que se opaca con el sopor del medio día, esperanza de llegar y ansias por emprender el camino desconocido, es vicio y deseo, amor y odio, temor y osadía, sentimientos encontrados que se conjugan en el camino.

La mirada del caminante está siempre fija en el horizonte buscando su meta, es escudriñadora del paisaje, intensa en el bosque, diáfana en la pradera, aguda en la oscuridad, aguosa en la fuente. Cuando hablas con un caminante él es intrigante porque quiere descubrir los secretos del camino que su interlocutor lleva. En el pasaje él no es amigo, es hermano con la mano extendida, orienta y aconseja, guía y te lleva como ángel guardián, es parte y comparte, sufre y se alegra. En cada uno de sus viajes está el constante dialogo con la soledad que camina al lado del mundo en movimiento, de lejanías y acercamientos. Y cuando lo escribe, narra testimonios con una conjunción profunda entre su ser y el camino.